martes, 29 de septiembre de 2009

Al bajar del avión

Después de mucho tiempo de espera, de muchos nervios e incertidumbre, te bajas de un avión y te encuentras con una realidad que te impacta desde el minuto cero.

Dejas pasar una semana, te dedicas tan solo a observar lo que tienes a tu alrededor, te enfadas cuando ves diferentes situaciones y comportamientos, eres incapaz de entender lo que esta pasando en esa ciudad. Todo te impacta: la suciedad, el olor,…El tiempo pasa despacio, en ocasiones te preguntas:

¿Qué puedo HACER YO para cambiar esta realidad?

Pero de repente llega la segunda semana y te vuelves a encontrar con otra realidad, otras vidas, de repente ellas llegan a tu vida, de repente comienzan los talleres. El tiempo comienza a pasar más y más rápido, llega la tercera semana, la cuarta semana,…

Con el tiempo se van las dudas, los miedos, comienzas a entender cual es tu papel, comienzas a hacerte un hueco en sus vidas, comienzas a involucrarte con otras vidas, comienzas a vivir la experiencia al cien por ciento y comienzas a entender que no son ellos los que se tienen que adaptar a tu realidad, si no tu la que te tienes que adaptar a su realidad y es en ese momento cuando esta vivencia comienza a mostrar su cara más humana, entonces te das cuenta de que tu no estas en Iquitos para ayudar a nadie, NO, tu estas en Iquitos para compartir, para escuchar, para dar y recibir cariño, tu función es estar al lado de Durvia, Emily, Marily, Isabel,… mujeres coraje que siguen luchando día a día, que aún sin conocerte te tienden la mano, te abren su corazón,…

Y en la última semana te das cuenta que traes la maleta vacía pero el corazón lleno. Lleno de sonrisas, lleno de cariño, lleno de amistad, lleno de gratitud, lleno de vivencias,… pero lo más cierto es que una vez que has vivido intensamente una experiencia como esta un pellizquito se te queda dentro, ahora si eres consciente de que mucha gente pequeña haciendo muchos pequeñas pueden colaborar para que el mundo sea un lugar mejor.

Si me pidieran tan solo una palabra para definir mi experiencia sería: GRATITUD.

Gratitud a cada una de las personas que me he cruzado en esta experiencia, gratitud al cariño sincero recibido, gratitud por mostrarme que el mundo no es perfecto, que hay que seguir luchando, gratitud por ofrecerme todo sin esperar nada a cambio,…

Es curioso tratar de entender porque cuando estas en Iquitos todo el mundo te da las gracias allí por donde vas, pero lo que ellos no saben es que somos nosotros los agradecidos por mostrarnos que no podemos perder la fe, que tenemos que seguir luchando y que en equipo todo se puede.

Aún así cuando llegas a España todos te preguntan: Y como es aquello? Cómo estas? Cómo te lo has pasado?

Y después de cincuenta días allí, te das cuenta de que no puedes contestar a ninguna de estas preguntas, porque para entenderlo, hay que vivirlo.

En conclusión ha sido una experiencia única, maravillosa, donde los sentimientos están a flor de piel en todo momento, donde el grupo de personas que conviven contigo tienen un papel fundamental porque en estos casos ellos son tus amigos y tu familia, donde las personas que he dejado a mi camino son excepcionales, donde todo lo difícil o lo menos bueno se deja a un lado. Curiosamente lo más duro no es la estancia, sino el regreso a casa, porque ahora si eres consciente de lo que has dejado atrás, ahora intentas retomar tu día a día y es complicado, porque tu cuerpo esta en España pero tu mente sigue en Iquitos.

El Proyecto tiene un objetivo y es el de sensibilización, pues personalmente puedo decir que este objetivo esta cubierto.

Ana

Después de haber sentido de cerca la pobreza...

Iquitos -Belén 2009

Podría comenzar diciendo que he aprendido que es complicado poner palabras al significado de pobreza. Lo que parece claro es que es una situación a la que se llega, o en la que se está, de forma incosciente , por medio y através de un movimiento social-económico, que no sólo afecta a los bienes materiales sino a los del alma.

Es curioso como es algo que aunque había escuchado mil veces, con estas u otras palabras, no ha cobrado verdadero sentido hasta este momento, y lo facil ,que a la vuelta, me resulta ver esta pobreza en mi país, en mi barrio, en mí... En un mundo global , la pobreza también lo es.

Es complicado explicar que lo que he aprendido no lo tengo en la cabeza, no son conceptos nuevos, sino en el corzón, parece una cursilería romántica, pero no tengo una verdad más grande que compartir ; que no pienso diferente, siento diferente. Hay algo diferente en mí, asi pues; quien no podía oir ya oye, y quién no podía ver ya ve.

Por otro lado ,muchas personas alli, mediante vidas ejemplares, me enseñaron que no valen los sentimientos de culpa, pena..., ni por otro los de euforia, entusiasmo ... . Esos sentimientos son los que te llenan , o no, como persona, tu motor, tus pies y tus manos. Pero que en la cuestión que nos ocupa lo que importa no son ellos, ellos los apartas a un lado y van de la mano con el compromiso, la costancia ..., valores que no se supedite al caprichoso devenir .

Rezando por seguir en el camino. Delia.

Un mes después de la vuelta


Me han pedido que escriba unas líneas contando cómo me he sentido en Iquitos y casi un mes después de mi vuelta aún no sé cómo hacerlo.

Cada día me cruzo con alguien que me pregunta expectante: “¿Qué tal, cómo ha ido el verano?” Y yo no puedo más que pronunciar un modesto bien, muy bien.

Las palabras no explican lo inexplicable.

¿Cómo explicar un olor, un sabor, un color o una mirada? No es posible, hay que verlo y sentirlo. De igual modo que hay que sentir el encuentro entre personas, lo más importante del proyecto Iquitos 2009, o al menos lo que ha sido más importante para mí. Mi viaje a Perú no tiene nombres de lugares turísticos, parajes naturales o bonitos monumentos; tiene nombres de personas, de gente que nos ha abierto su corazón y nos ha dado a conocer su vida, su forma de ser, de pensar y sentir. ¡Tan diferentes y tan iguales a nosotros a la vez!

Si cierro los ojos y pienso cómo me he sentido durante esta aventura, tengo la sensación de haber visto una buena película, de esas que recuerdas a cada rato, que tiene mucho que ver con tu día a día, pero de la que no eres más que un mero espectador acomodado en su sillón. Así me siento yo, pues aún no puedo creer que hayamos estado allí, que hayamos ido y hayamos vuelto y ahora la vida siga igual. ¡¿Igual?! …

Creo que nuestros sentimientos a lo largo de este proyecto han sido parecidos a los que tuvieran los doce apóstoles de Jesucristo en su día, apoyados por pocos e incomprendidos por muchos, queridos por algunos y amenazados por otros, luchando por valores infravalorados en su sociedad. .. Ese ha sido mi devenir, pero creer fielmente que esta experiencia formaba parte del plan que Dios tenía para mi vida me ha hecho sentirme fuerte y feliz.

La mejor experiencia: el encuentro con el otro
La mejor sensación: los abrazos de los niños de Belén
Las mayores aventuras: navegar en bote por el Amazonas, pasear por la selva y bajar a Belén entre barro y lluvia, ¡sin caerse!
Lo más impactante: ellos mismos, sus propias vidas
El mejor de los paisajes: el amanecer de la selva, la inmensidad del Amazonas
El mejor aprendizaje: nuestras mujeres y sus bebés

El mejor recuerdo: la gente de los talleres, el baile en Quistococha, Nauta y los momentos compartidos con mis compañeros.

Gracias a todos por el apoyo prestado, en especial a mis compis de aventura por los momentos y sentimientos compartidos, a la gente de Iquitos, por su acogida, sobre todo a los pobladores de Belén por todo lo que nos han enseñado, a los que nos han seguido desde la barrera y a Dios, que me lo ha dado todo. A todos, gracias.

Eva